Cinco años sin humo en bares, del malestar a la resignación

El número de fumadores diarios decrece minímamente tras las normativas

27 dic 2015 / 10:56 H.

Escena primera, enero de 2011. Un señor, sentado en un taburete junto a la barra de un bar, saca un cigarro del bolsillo de su chaqueta. “¿Tengo que salir fuera?”, le pregunta, horrorizado, al camarero. Escena segunda, enero de 2015. Un hombre se levanta de su asiento, sale del local, enciende el pitillo y fuma, abrigado, en la calle, sin mediar palabra con el barman. El 2 de enero de 2016 se cumplirán cinco años de vigencia de la Ley Antitabaco de 2011. El viraje descrito anteriormente casa con la evolución que ha experimentado la Asociación de Restaurantes, Cafeterías y Bares de la Provincia, Asostel: del cabreo a la aceptación social. En lo que respecta al número de fumadores españoles diarios, se ha pasado del 26,2 por ciento en 2009 al 23 por ciento en 2014, según los datos de la última Encuesta Europea de Salud.

Gabriel Archilla, presidente del colectivo desde 2008 hasta 2015, recuerda el impacto que tuvo en Jaén la primera normativa, la ley aplicada hace casi una década, en 2006. “La recibimos con un miedo tremendo y con un rechazo total por parte del sector”, rememora el hostelero. En la memoria de Archilla persisten las manifestaciones y protestas que hubo entonces como respuesta a la decisión de aquel Gobierno. Cundió el pesimismo. “Todo era muy negativo”, manifiesta.

Si bien algunos aspectos de la ley entraron paulatinamente, el que propició mayor discordia en el ámbito hostelero fue la obligatoriedad de separar espacios entre fumadores y no fumadores, que afectó a los negocios con mayor número de metros cuadrados. Los “pequeños” tenían que escoger. El dueño de cada restaurante debía colgar el cartel de “fumador” o “no fumador”. Así alertaba a la clientela. “Yo no tuve que decidir. Opté por la primera opción”, explica Antonio Villena, miembro de la Asostel y dueño de dos restaurantes en la capital.

Pero otros compañeros de profesión sí lo hicieron. Y fue en vano. La “separación” —un gasto notable— resultó inútil en 2011. La nueva ley prohibía (prohíbe) el humo en los establecimientos públicos. “La segunda hizo más daño en términos de facturación”, asegura Villena, quien no tiene problemas en calificar la normativa actual como “injusta”. “Si el Estado permite la comercialización de un producto legal, no puede impedir que se venda en un establecimiento privado. Lo entiendo en un hospital”, indica.

“Ya es algo normal”, tercia Archilla. Las terrazas están disponibles todo el año. “Lo hemos aceptado. Eso sí, con resignación”, dice Villena. Considera que el sector ha sacrificado la libertad de empresa en aras de la salud pública. Los datos de fumadores muestran un descenso “lento”.

Por otro lado, más de 10.000 alumnos jiennenses de 55 centros educativos, han participado este curso académico, en el programa A no fumar ¡me apunto!, destinado para la promoción de la salud y prevención del tabaquismo desarrollado por la Consejería de Salud en el marco del Plan Integral de Tabaquismo, según informa la Junta en un comunicado. “En la línea de prevenir el consumo, la Junta mantiene los programas dirigidos a la población joven con el objetivo de dotarlos de las herramientas necesarias para reconocer los mecanismos de presión que pueden inducirlos a iniciarse en el hábito de fumar”, destaca la delegada territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, Teresa Vega. Entre los programas de la Consejería de Salud para evitar el tabaquismo se encuentra “Clase sin humo”, un concurso de ámbito europeo que consiste en realizar actividades de prevención.

Unos 39.000 jiennenses son atendidos para dejar la droga

Los profesionales sanitarios de los centros de salud y consultorios de la provincia ofrecieron consejo para dejar de fumar a 39.489 jiennenses durante el primer cuatrimestre de 2015. Las actuaciones forman parte de la estrategia de atención a las personas fumadoras impulsada por la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales. Los consejos sanitarios suponen un instrumento de prevención y control del tabaquismo, donde los profesionales son los encargados de recomendar o aconsejar el abandono de este hábito y alentar y felicitar a quienes lo consiguen o bien no han tenido nunca una costumbre no saludable. El tabaquismo es la causa más importante de morbimortalidad evitable de los países desarrollados, ya que es atribuible al consumo de tabaco un tercio de las muertes por cáncer, un 31% de los trastornos cardiovasculares en hombres y un 7% en mujeres, según la Junta de Andalucía.