Cazalilla se enrabieta por incumplir su tradición

El campanario custodiado por la Guardia Civil y el miedo a las posibles multas hacen que nadie arroje el ave desde la torre. Vecinos, ya identificados por el Cuerpo, optan por exhibir a dos de estos animales en el día grande de unas fiestas, marcadas por la tensión

04 feb 2016 / 09:32 H.

Tanto va el cántaro a la fuente que, al final, se rompe. Es un buen refrán para resumir lo vivido en Cazalilla, donde la pava no voló. Las voces a favor y en contra de si se lanza el ave desde el campanario o no son “demasiadas” e hicieron que, al final, la presión le pudiera a la tradición; una costumbre nacida, según las crónicas, a finales del siglo XVIII o principios del XIX. Y es que, ayer, la seguridad que rodeó la cazalillera celebración de San Blas, en el día grande de las fiestas, era más propia de “una cumbre de jefes y estados de gobierno” que de una verbena de un pueblo de menos de novecientos habitantes.

La Subdelegación dijo que el orden público estaba garantizado y así fue, al menos, hasta el cierre de esta edición. Más de medio centenar de guardias civiles controlaron todos los puntos calientes. Bien lo saben la veintena de miembros de la Coordinadora Animalista de Jaén que fueron identificados, en el control de acceso al casco urbano, antes de llegar al lugar donde protestaron para evitar que se arrojara; lo mismo le ocurrió a otros conductores e, incluso, a informadores. Los “antidisturbios” del Cuerpo, que estaban pertrechados con los cascos y el resto del equipo por si tenían que intervenir en algún altercado, impidieron que los defensores de la gallinácea y los vecinos se enfrentaran. Hubo momentos de mucha tensión, que llegaron a continuación de que, en la plaza del pueblo, a los pies del campanario de Santa María Magdalena, no hubo afortunado alguno que se hiciera con la “blasa”.

Las circunstancias obligaron a consumar el anunciado “plan B” que tenían en mente los cazalilleros si no podían arrojar la pava. Y es que, en sus despliegue, la Benemérita “tomó” la torre de la iglesia, imposible acceder sin toparse con un uniformado. Además, entre el millar de personas que aguardaban para asistir a la continuación o el fin de la costumbre cazalillera, otros guardias vigilaban cualquier movimiento. Era muy difícil no ser multado por incumplir la ley andaluza de protección animal, que sanciona el uso de estos en los festejos populares. Aún así, un grupo de “valientes”, jóvenes del pueblo, le dieron muchas vueltas a ver cómo podían hacerlo. Al grito de “sí, sí, sí la pava ya está aquí”, con los sones de “¡Que viva España!”, adoptados para la ocasión y con consignas como “sí se puede”, estos vecinos jugaron al despiste. Desde que terminó la procesión, sobre las seis, momento en el que se tira el ave; iban de un lado a otro, para hacer creer que la pava aparecería de un momento a otro y “desde cualquier tejado”. “La tiran al final, pero cuando esto se despeje”, aseguraba uno de los presentes, conocedor de los planes de los invisibles organizadores. Pero ni los animalistas ni las Fuerzas del Orden se dispersaban y al pueblo comenzaba a acabársele la paciencia. Finalmente, un hombre, llamado Fernando, apareció, a las 18:55, con una enorme pava blanca, y una multitud salió tras él para alabar su arrojo. Después de una gran confusión, otro joven hizo lo propio con otro de estos animales. Ambos están identificados por el Instituto Armado, a la espera de que el Servicio de Protección de la Naturaleza valore si el animal sufre daños, a partir de la grabación realizada. “¿No queríais pava? Pues dos, ya os podéis ir”, gritaban algunos vecinos contra los periodistas, cuya presencia no era del agrado de todos. “Vosotros tenéis la culpa”, llegaron a criticar cuando ya se aclaró que todo había sido una treta y la tradición se había incumplido. La rabia era mucha.

Después, llegó lo más tenso del San Blas de 2016 en Cazalilla. Al grito de “vamos a Pilar Bombó”, donde se concentraban los animalistas, un centenar de vecinos echó a correr. Los guardias civiles, que ya estaban prevenidos, comenzaron a desplegarse en la zona, cubriendo todos los flancos por donde se podía acceder a los amantes de los animales, lo que evitó las agresiones del año pasado. Nadie pudo evitar la guerra dialéctica entre unos y otros, que se prolongó una media hora; treinta minutos en los que no faltaron los insultos. Participantes en la concentración de protesta por la pava, llegados de Sevilla, denunciaron los daños sufridos en un coche y que los hechos han sido denunciados, como dejaron claro miembros de la Coordinadora Animalista de Jaén.

“Aquí hay más civiles que en Baeza, como no tire la pava uno de estos, ninguno la tira”, aseguró un cazalillero, al comienzo de la tarde, que ya vio claro que nadie lanzaría a la “blasa” el 3 de febrero de este 2016.

RECURSO. Pacma lleva el caso al juzgado
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El Partido Animalista, Pacma, pidió en el Juzgado número 3 de Jaén la adopción de medidas cautelares ante el convencimiento de que, ayer, se iba a cometer un delito, al maltratar a la pava si, finalmente, era lanzada desde el campanario de la parroquia. Aunque, finalmente, su señoría denegó esta solicitud, con el argumento de que el ave no sufre daño alguno por ser arrojada desde la torre, Pacma anunció que recurriría la decisión ante la Audiencia Provincial, convencidos de que el animal está expuesto a un sufrimiento innecesario. Ayer, esta fuerza se atribuyó que este año no se haya cumplido la tradición y mostró su satisfacción porque el campanario de la iglesia, como le solicitaron al Obispado, haya permanecido cerrado, al igual que el Ayuntamiento, que está enfrente. “La presión social ha surtido efecto”, reflexiona Pacma, encabezado en la provincia jiennense por Manuel Serrano, que fue muy criticado ayer en el pueblo.

SANCIONES. Denuncia por la vía administrativa

La Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales (Anpba) denuncia sistemáticamente, desde 2004, que se arroje una pava desde el campanario de la iglesia de Cazalilla el día de San Blas. Además, instaron al Ayuntamiento a que prohibiera el festejo. Este año, al no lanzarse el ave, no está aún clara la postura de Anpba, que puede interpretar que el uso de las dos gallináceas por parte de otros tantos vecinos también supone un incumplimiento de la ley de protección animal de la comunidad andaluza. La Administración local, por su parte, dejó claro que se desvinculaba por completo de esta tradición y apeló a los vecinos a que respetaran las normas vigentes en Andalucía. Si se abre expediente por lo ocurrido, a partir del atestado elaborado por la Guardia Civil, tendrá que decidir sobre este la Delegación de Agricultura de la Junta, un área que dirige el exalcalde cazalillero, durante 20 años, Juan Balbín.