Casi mil jiennenses persiguen un sueldo fijo en las Fuerzas Armadas

El proceso de selección para tropa y marinería sigue abierto hasta mañana

29 ago 2016 / 10:15 H.

Una vocación patriótica y, también, una buena salida laboral en tiempos de dificultades económicas. Las Fuerzas Armadas atraen y no solo por la vistosidad de sus uniformes o lo atractivo de empuñar un arma de última generación. El Ejército es, además, una fuente de empleo que da de comer a miles de personas en España y que ofrece la posibilidad de servir como trampolín para acceder a instituciones como la Guardia Civil o la Policía Nacional, entre otras.

El Ministerio de Defensa cuenta con un itinerario que abarca dos periodos de pertenencia al ámbito militar, uno temporal y otro permanente, ambos remunerados y con coberturas legales y sanitarias como para no dejar indiferente a cualquier demandante de empleo en edad de entrar en sus filas. Para recorrerlo, los aspirantes tienen dos convocatorias o ciclos, un proceso que se abrió, respectivamente, a finales de los meses de enero y mayo y que culminará, precisamente, mañana martes, día 30.

Una visita a la Delegación de Defensa en Jaén aclara cualquier duda existente a este respecto. Y eso es lo que han hecho, en lo que va de año, 945 jiennenses interesados en lucir hombreras. Aspiran a acatar órdenes en las clases de tropa y marinería, las más accesibles, ya que, en el plano académico, únicamente se exige la presentación del equivalente al antiguo Graduado Escolar, además de ser mayor de edad. De todos los aspirantes, la criba final dejará un número no superior al centenar, que serán los que tendrán derecho a percibir el salario del Ejército español, que apenas supera los mil euros.

Una vez dentro, se firma un compromiso que oscila entre los doce o veinticuatro meses, según la convocatoria. A partir del primer lustro de pertenencia a las Fuerzas Armadas, el soldado profesional puede optar por la continuidad y alcanzar los cuarenta y cinco años de edad como militar. Para los más vocacionales —o aquellos que se consideren mayores para cambiar de oficio—, el Ejército abre sus puertas de en par en par hasta el momento de pasar a la reserva —sesenta y un años— o directamente a la jubilación definitiva —sesenta y cinco—. Durante el periodo de vida castrense, las guerreras se pueden poblar de insignias y las boinas, de divisas: de soldado de primera, cabo, cabo primero y hasta cabo mayor —la máxima graduación de tropa— y, a partir de ahí, de galones de suboficial o estrellas de oficial, según los estudios alcanzados y el tiempo de servicio transcurrido. Y, ya se sabe, a más brillo en el uniforme, mayor sueldo en la nómina mensual. Otra salida posible para quienes decidan abandonar los cuarteles y buscar futuro en la vida civil está en las oposiciones a la Benemérita y la Policía Nacional, cuerpos que reservan el 50 y el 10%, respectivamente, a los militares que superen los primeros años de permanencia en los acuartelamientos. Pasado el tiempo en que servir a la patria era de obligado cumplimiento y pena de cárcel a quien lo obviara, las Fuerzas Armadas son un horizonte laboral atractivo para jóvenes de todos los niveles de formación académica. Y unos cuantos de ellos hablan con acento de Jaén en los recintos militares españoles.