“Benita se lo ha inventado todo, quería hacernos daño”

La pareja acusada de prostituir a sus hijas lo niega todo y desacredita a la joven

05 oct 2016 / 13:48 H.

Cuando Pedro Antonio F. O. terminó de declarar se giró y volvió a sentarse en el banquillo de los acusados, al tiempo que lanzaba un suspiro de alivio. A continuación, cuchicheó algo en el oído de su mujer, María del Carmen O. E., que movía con la cabeza como signo de asentimiento, sin llegar a hablar. Parecían satisfechos con lo que acababan de declarar ante los magistrados de la Sección Tercera. Ambos habían cumplido a la perfección con el guión esperado en el juicio por el conocido como “caso Benita”. Esta joven, hija de María del Carmen, huyó de su domicilio hace ahora dos años para denunciar que era víctima de abusos sexuales por parte de su padrastro, consentidos e, incluso alentados por su madre. También denunció que fue obligada a prostituirse con vecinos de Arquillos —uno de ellos, también se sentó ayer en el banquillo—. El objetivo que tenía la pareja era desacreditar el testimonio de esta chica, que actualmente tiene 21 años. Durante las casi tres horas que duró el interrogatorio, ambos lanzaron una serie de acusaciones gravísimas contra Benita, la principal prueba de cargo con la que cuenta la Fiscalía.

“Ella se lo ha inventado todo por hacernos daño”, empezó María del Carmen O. E. “Jamás ha aceptado que yo tuviera una relación con su madre”, remarcó Pedro Antonio. La andanada verbal fue más que notable. La progenitora “tiró con bala” contra su propia hija: La acusada explicó que Benita acudía a las casas de vecinos para robar, que pegaba a sus hermanos pequeños y que, incluso, “andaba con hombres”. Llegó a insinuar que mantenía una relación con el hombre de Arquillos que le dio cobijo en los cuatro días posteriores a su huida. “Lo veía con él, entrar y salir de su casa. Algunas noches no venía a dormir”, dijo la madre para explicar que ese, quizás, fuera el motivo de su huida el 7 de julio de 2014.

Tal fue el tono que tuvo la declaración de María del Carmen O. E. que la presidenta de la sala, la magistrada Esperanza Pérez Espino, tuvo que declarar impertinentes algunas de las preguntas de la defensa. “No sigan por ahí”, le advirtió a los letrados: “Queremos hacer hincapié en estas cuestiones a efectos de la credibilidad de la testigo”, contestó uno de los abogados.

Los avisos su señoría no sirvieron de mucho. De hecho, Pedro Antonio F. O. siguió la misma senda marcada por su mujer. “Solo buscaba hacernos daño. Se lo ha inventado todo, porque jamás aceptó que yo estuviera con su madre”, aseguró el padrastro de Benita.

Además de tratar de desacreditar a la joven, el matrimonio también quiso defenderse de los graves cargos que pesan sobre ellos. La Fiscalía sostiene que la joven fue víctima de malos tratos y de abusos continuados perpetrados por su padrastro y conocidos por su madre. “Jamás le he puesto la mano encima a mi hija. Todo es una mentira y una invención”, aclaró María del Carmen. Pedro Antonio F. O. también negó haber mantenido relaciones sexuales con su hijastra, ni haberle pegado, ni haberla obligado a prostituirse, ni haberse paseado desnudo delante de ella, ni haberle exhibido películas pornográficas: “Todo eso es mentira. Es falso”, fue su respuesta más repetida en el cuestionario que le planteó la Fiscalía.

Benita no escuchó nada de lo que dijeron su madre y su padrastro. Estaba aislada en una sala contigua del Palacio de Justicia. Declaró por videoconferencia, sin ver en ningún momento a los acusados. Fue un interrogatorio duro, muy duro, en el que la joven volvió a rememorar el infierno que vivió desde que tenía diez años hasta que se escapó de casa: “Allí no podía respirar”, llegó a decir. Relató insultos, amenazas y agresiones... Añadió que su padrastro comenzó a tocarla cuando tenía 13 años: “Me amenazaba con que me iba a cortar la lengua si decía algo”. “Mi madre lo sabía todo. Incluso, alguna vez me cogió la mano y me la puso en el pene de él para masturbarlo. Me decía que no pasaba nada”, declaró llorando. También contó cómo María del Carmen la llevaba a casa de varios vecinos del pueblo para que tuviera relaciones sexuales con ello: “Le pagaban 200 euros”.

Benita aseguró al tribunal que tardó en denunciar porque temía que tanto su madre como su pareja la mataran a golpes: “Tenía mucho miedo. Me decían que me iban a cortar el cuello”. Finalmente, decidió fugarse: “Lo tenía pensado. Una noche, después de sacar la basura, me marché. Estuve en el campo toda la noche, dentro de una tubería. Después, llamé a la persona que me ayudó. Él se portaba muy bien conmigo y con mis hermanos pequeños. Tenía su teléfono, porque lo anoté días antes de su furgoneta de trabajo, no porque tuviera una relación con él”, concluyó hecha ya un mar de lágrimas. “Les juró que todo lo que he dicho es verdad”.

Cuatro días escondida en casa de un vecino

Benita estuvo casi cuatro días escondida en la casa de un vecino tras escapar de su domicilio. ¿Por qué tardó tanto en acudir a la Guardia Civil para denunciar la situación? La joven aseguró que le pidió a su benefactor que no lo hiciera, porque tenía miedo de regresar con su madre y su padrastro.

La señal de su móvil desveló su paradero

La Guardia Civil encontró a Benita sana y salva en el palomar de una vivienda. Los agentes rastrearon el rastro de su teléfono móvil, que la ubicaba en el propio pueblo. Además, comprobaron que hizo una llamada al vecino que le dio cobijo poco después de irse del pueblo. Eso permitió encontrarla.

El anciano niega cualquier implicación

Santiago L. C., de 82 años, está acusado de pagar a la madre de Benita para tener sexo con ella. “Eso es mentira. Ni tan siquiera sabía que existía. No la conocía de nada y solo hablé una vez con ella”, explicó. Inicialmente, otros dos ancianos del pueblo fueron señalados por lo mismo, pero fallecieron.

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La identidad del testigo protegido

El vecino que dio cobijo a Benita durante cuatro días tras su huida tiene el estatus de testigo protegido. Para la Justicia, su nombre en clave es “Arquillos I”. Sin embargo, su identidad no es un secreto para los acusados que, incluso, dijeron su nombre en la sala e insinuaron que mantenía una relación con su hija.