Aumentan los casos de diabetes

Concluyen las jornadas de sensibilización y debate sobre la enfermedad

05 nov 2017 / 11:32 H.

Una enfermedad que va a más. Es el terrible diagnóstico al que llega la presidenta de la Asociación de Diabéticos de Jaén, Celia Quirós, que alerta del aumento de pacientes de Tipo 2 (no insulinodependientes) a causa del envejecimiento de población, el sobrepeso y la obesidad. Hoy por hoy, son 270 millones de personas diabéticas las que viven en zona urbana en el ámbito nacional, que se multiplicaría hasta 470 para el años 2040. En la provincia, por su parte, entre el 3 y 4 por ciento de la población está afectada por esta enfermedad. “Y cada día se suman más”, se lamenta Quirós. El estrés y la desfavorable alimentación, así como el escaso ejercicio, contribuye al crecimiento del número de los pacientes, según los profesionales sanitarios.

Los casos de Tipo 1 (insulinodependientes) en niños menores de 18 años también aumenta, aunque sus causas son menos conocidas. La herencia genética suele ser la razón principal, aunque también se han dado casos de afectados “sorpresa”.

Desde la Asociación de Diabéticos ponen de manifiesto el desconocimiento aún existente en núcleos rurales. “Así como a un niño enseguida se le notan los síntomas de Tipo 1 pues es más agravante, en una persona mayor, al seguir en funcionamiento el páncreas, no son tan llamativos y tarda más tiempo en acudir al médico”, relata Quirós. Cuenta que son personas “con la vida hecha”, por lo que los “malos hábitos” son más difíciles de corregir. “Les cuesta mucho cambiar de ‘chip’, tanto de las comidas como de la necesidad de hacer deporte”, afirma.

La Atención Primaria es “fundamental”, según la presidenta de la asociación, donde se dan muchas pautas a seguir para evitar problemas más graves derivados de la diabetes, como la ceguera, el pie diabético, retinopatía, nefropatía o cardiopatía, entre otros. Sin embargo, en ocasiones los pacientes mayores no quieren hacer caso a las indicaciones del doctor, le restan importancia o, directamente, no saben qué es lo que les pasa, incide Quirós. Por ello, el próximo 14 de noviembre, en el Día Mundial de la Diabetes, se va a colocar un puesto para la detección de la enfermedad, será en Torredelcampo como prueba de que la asociación no solo se mueven en la capital. Quirós subraya la necesidad de una detección a tiempo: “Muchos afectados acuden a su médico cuando la enfermedad está bastante avanzada, y debemos evitar que eso ocurra”.

encuentro. Con el objetivo de visibilizar la enfermedad, ADEN celebró la II Jornada Regional de Diabetes en Jaén, con el lema “Mirando la diabetes con gusto y buen pie”. El lugar escogido fue el Hospital San Juan de Dios, donde cientos de personas de diversos puntos del país acudieron para tratar los asuntos más actuales de la afección, con profesionales de múltiples ámbitos. Durante las charlas se abordaron conceptos como la salud, la alimentación y el deporte. De esta forma se realiza una campaña de sensibilización con la idea de fomentar los principios de control y prevención de enfermedades más graves. La delegada territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, Teresa Vega, acudió a la presentación de la jornada y destacó el trabajo que desarrollan los profesionales del SAS a través del Plan Integral de Diabetes en Andalucía con el que se logran “buenos resultados” en términos de morbi-mortalidad asociada a esta enfermedad. “Son fruto del abordaje integral, coordinado y cooperativo que aplican los profesionales sanitarios en el tratamiento de la diabetes”.

“El diagnóstico fue en plenas Navidades”
Ángeles Fuente García |
Jaén
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Ángeles Fuente es sanitaria jubilada y su hijo, Joaquín, es diabético. Actualmente tiene 36 años y le detectaron la enfermedad a los doce. “Fue el 6 de diciembre de 1993, lo recuerdo perfectamente porque cayó en plenas Navidades”. Cuenta que, a pesar de que tanto ella como su marido son profesionales de la salud, tardaron un tiempo en reconocer los síntomas, pues no existían antecedentes familiares. “Él comía y bebía mucho, pero estaba muy delgado, también venía muy cansado de las clases, pero se tumbaba un rato y enseguida estaba otra vez como siempre”. Sin embargo, cuando llamaron del colegio para avisarle de un mareo que había sufrido en clase de gimnasia, saltaron todas las alarmas. “Entonces juntamos piezas y la analítica confirmó que tenía diabetes Tipo 1”. No fue necesario ingresarle. “En casa sabíamos cómo hacer los controles de glucosa y poner inyecciones, así que no hizo falta que se quedara en el hospital”. A lo largo de estos años, Fuente ha estado presente en la evolución de la enfermedad y en las diversas sesiones y controles de su hijo. “Ahora estoy más tranquila, pero cuando era pequeño me preocupaba más”. Aunque al principio fue “duro” por la gran cantidad de información que tuvieron que asimilar, en su hogar han vivido la enfermedad con “normalidad”. Incluso cuando, con doce años, tenía que inyectarse la insulina varias veces al día con largas jeringuillas. “Ahora son bolígrafos con agujas muy finas, antes no era así”. Fuente no deja de sorprenderse con las mejoras tecnológicas que ha conocido de primera mano. En su casa todavía guarda máquinas para controles de glucosa de hace varios años, junto con folletos y guías que ha acumulado con el tiempo. “Por aquel entonces me apunté a todos los cursillos y talleres que podía para aprender lo máximo posible de la enfermedad”.

“La práctica y el día a día es lo que enseña de verdad”
ana caler blánquez |
Linares
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Juan tenía seis años cuando empezaron a ponerle inyecciones de insulina. Ahora, con nueve, la diabetes está más controlada. Así lo cuenta su madre, Ana Caler, que admite que al principio le pilló en “shock”. “No sabíamos qué le pasaba, nadie en la familia lo tenía, aunque era evidente que era algo, no nos imaginábamos hasta qué punto”. Así que ni se plantearon que sus mareos, su apetito y su pérdida de peso estuviera relacionado con la afección. “Los médicos enseguida supieron de qué se trataba y lo ingresaron”. Ahí empezaron las sesiones intensivas y los cursillos de alimentación, tanto para Juan como para sus padres, toda la familia debía estar implicada. “Todavía estamos aprendiendo, pero el día a día da una experiencia diferente y es lo que enseña de verdad”. El colegio, donde más horas pasa el niño, es uno de los puntos importantes donde controlar la enfermedad. “Antes tenía que ir yo para hacerle los controles de glucosa antes del recreo, pero ahora es él mismo el que se encarga de eso”. Asimismo explica que los profesores son comprensivos y flexibles. “Le dejan que se haga las pruebas y que coma, si es necesario, cuando lo necesita, no hemos tenido ningún problema al respecto”. Caler admite que al principio a Juan le daba “un poco de miedo” ponerse la insulina. “Al fin y al cabo se tiene que pinchar con una aguja, aunque sea pequeña”. Pero es otro de los pasos adelante que dio con el aprendizaje y la práctica. Los compañeros de clase y los amigos de Juan también lo ven con “mucha naturalidad”. “Además, ellos también aprenden sobre lo que es tener el azúcar alto o bajo y asuntos de la alimentación, como los hidratos de carbono y las proteínas”. “Mi hijo puede comer de todo, pero controlando la cantidad”, concluye.

“Diabética o no, mi hija es una adolescente normal”
Ángela Molina martínez |
Peal de Becerro
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“Cuando llevamos a Judith al hospital, con nueve años, el control de glucosa dio casi 600, lo cual es una barbaridad”. Ángela Molina sabía que en su familia había antecedentes con diabetes Tipo 1, pero lo veía como algo lejano que no le iba a ocurrir, hasta que tuvieron que hospitalizar a su hija, Judith. Ahora tiene quince años y la enfermedad más controlada. “A mi hermano le diagnosticaron con 27 años, así que la educación que recibió fue diferente, pues a Judith le tenían que hacer muchas más pruebas y más seguidas”. La joven mostró autonomía desde que le dieron el alta y se ponía ella misma la insulina “sin problema”. Pero el tiempo no perdona y ahora mismo se encuentra en una edad “complicada”. “Es una adolescente, es inevitable que se rebele, sea diabética o no, y si sus amigos se comen una bolsa de patatas, ella también lo hace, aunque sepa que le sentará mal”.

Molina habla con sinceridad sobre la situación de los jóvenes en sus momentos de ocio. “Tarde o temprano tocan el alcohol y ella está en un momento en que comienzan a consumir, así que lo tenemos presente”. De hecho explica cómo la educadora reúne a jóvenes de la misma edad para tratar asuntos como el alcohol. “Más vale prevenir que curar, y si alguna vez se dan las circunstancias, entonces prefiero que sepa cómo actuar”. Molina recalca la importancia de estar informada “antes de que ocurra, porque va a ocurrir”. “Quiero que sepa lo que tiene que hacer, que si se bebe un cubalibre, por ejemplo, lo haga con una Coca Cola normal y que lo acompañe con frutos secos o algo de alimento, porque si tomara una bebida no azucarada con alcohol podría sufrir una hipoglucemia, con el riesgo de perder la conciencia a falta de glucosa en el cuerpo, así que prefiero que lo sepa”.