Alfonsete quería dar susto

El acusado de asesinar a un hombre en Carchelejo e intentar matar a otro dice que quiso dar un escarmiento

25 sep 2018 / 12:01 H.

Alfonsete quería dar susto, pero en la Audiencia Provincial produjo pena. También rabia y hasta odio entre los familiares de Mateo Coronas Espinosa, el hombre al que mató con su escopeta. Su nieta le gritó con el corazón cuando, con una voz tenue y firme, le dijo: “asesino” mientras que llegaba a la sala de vistas custodiado por los agentes de la Policía Nacional —ayer a las 10:52 horas—. Está acusado de dos asesinatos —uno consumado y otro en grado de tentativa—. Se enfrenta a una pena de 35 años de prisión por disparar al presidente de la Cooperativa San Roque de Carchelejo, José Andrés González Gómez, y matar a Mateo Coronas Espinosa, un vecino de Carchelejo que, por desgracia, estaba en el lugar en el que ocurrieron los hechos. La bala con la que quiso matar a José Andrés González Gómez —que le atravesó la barriga— fue la que mató a Mateo Coronas, ya que se le introdujo por el cuello y le afectó a la cabeza antes de quedar incrustada en un cajetín metálico de la pared de un bar. Fue el 7 de julio del pasado año.

La fiscal, Isabel Uceda, preguntó a Alfonso A. T. si se identificaba con el nombre de “Alfonsete”, por el que se le conoce en Carchelejo. Respondió que sí sin dudarlo. El Ministerio Público fue el primero en interrogarlo en la primera sesión del juicio, que se centró —en las cuatro horas que duró— en la elección del jurado popular y en la declaración del acusado. El juicio de Alfonsete se centra en determinar qué delito cometió, ya que los hechos están claros. El acusado reconoce que cogió una escopeta de caza y que disparó al presidente de la cooperativa. También que, accidentalmente, mató a Mateo Coronas, con el que, en ocasiones, conversaba en el bar en el que sucedieron los hechos. En cambio, hay que dictaminar si fueron dos asesinatos —como sostiene la Fiscalía, las acusaciones particulares y la acusación popular (ejercida por la Cooperativa San Roque de Carchelejo)— o un delito de homicidio imprudente y otro de lesiones graves, tal y como explicó Francisco Javier Gárate, que es el abogado defensor. Entre un veredicto y el otro existen muchos años de prisión de diferente. Y ahí está la cuestión.

la declaración. Alfonsete dijo que su intención era darle un susto al presidente de la cooperativa porque le hacía la vida imposible. Entonces, relató que se iba al campo, que lo vio en el bar y que se enfadó tanto que sacó una escopeta que llevaba en el coche “para tirarle a los jabalíes” y le disparó. “Le quise dar en el culo o en las piernas, pero se giró y le di en la barriga”, dijo a preguntas de los letrados. Además, añadió: “Llevaba la escopeta con dos cartuchos, pero solo tiré uno. Si hubiera querido matarlo, lo habría rematado en el suelo”. Alfonsete contó que estaba en su casa —vive en la misma calle en la que ocurrieron los hechos— viendo el encierro de San Fermín por televisión (era 7 de julio). “Cogí el coche para irme al campo a trabajar. Pero, cuando pasé por la puerta del bar, lo vi allí. Llevaba años sin hablarme y sin atenderme. Él y la junta rectora eran como una secta religiosa. Me trataban como si fuera un perro callejero”.

Asimismo, continuó: “Cuando lo vi, se me nubló la vista. Pensé: Ahí está el pájaro. Entonces, cogí la escopeta y le disparé. Quise darle en el culo”. Alfonsete se definió como un mal tirador. De hecho, narró que lleva desde 2005 con la licencia de caza y nunca ha matado un jabalí, pese a que describió que se lleva el arma a los olivos para tirarles. En cambio, la bala le entró a José Andrés González Gómez por un costado y le salió por la barriga. Sin embargo, esa misma le entró a Mateo Coronas por el cuello y le afectó a la cabeza. Este último murió el 2 de agosto. Mientras, José Andrés González Gómez fue trasladado en helicóptero, reanimado, sometido a tareas de resucitación y, al final, puede contarlo.

“Mateo era un amigo. Le gustaba recolectar setas y hablábamos mucho en el bar. Lo que le ocurrió fue un accidente. Igual que si le hubiera pillado un coche”, dijo Alfonsete. Además, añadió que ya estaba enfermo, algo que le fue recriminado por la presidenta del tribunal, María Esperanza Pérez Espino. Alrededor de las dos de la tarde, Alfonsete abandonó la sala de vistas. Fue reprobado en más de una ocasión por su manera de dirigirse a los letrados. Antes de marcharse, se dirigió a los periodistas que cubrían el juicio en la Audiencia Provincial. “Quiero que pongáis que mando muchos recuerdos al módulo 6 de la cárcel”, les dijo antes de marcharse custodiado por la Policía.

El presidente que “resucitó”
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La Fiscalía y las tres acusaciones sostienen que Alfonsete quiso matar a José Andrés González Gómez. Por eso, le imputan un delito de asesinato en grado de tentativa. Las diligencias indican que estuvo cerca de morir. De hecho, certifican que fue sometido a maniobras de resurrección, a las que respondió después de ser trasladado en helicóptero desde Carchelejo al Complejo Hospitalario de Jaén. Ayer, estaba en perfecto estado por los pasillos de la Audiencia Provincial. Hoy declara ante el tribunal, por lo que no pudo entrar a la sala de vistas en la que se desarrolla este juicio.

Tal vez puede que no haya una sola persona en el mundo (si existe alguna más es otro milagro) que pueda decir que le ha atravesado el cuerpo una bala 12 milímetros de calibre disparada por una escopeta —así se mata a los jabalíes— y puede contarlo. En cambio, José Andrés González Gómez decía en los pasillos de la Audiencia Provincial que no se considera un hombre afortunado. “Diría que he tenido suerte si no me hubiera dado con el disparo. En cambio, me entró por el costado y me salió por la barriga”, argumentaba. José Andrés González Gómez era albañil. Estaba al frente del curso de albañilería del Ayuntamiento. También se gana el pan como agricultor. Es el presidente de la Cooperativa San Roque de Carchelejo y, según la Fiscalía, a quien Alfonsete quiso asesinar el 7 de julio de 2017.

La expulsión sin el pago de la representación en la cooperativa y el vacío social “endemonió” a Alfonsete
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“Todo esto no habría pasado si me hubieran dado lo mío de la cooperativa”, recriminó Alfonsete en varias ocasiones durante su declaración. Culpó de los acontecimientos trágicos de la mañana del 7 de julio de 2017 al presidente y al consejo rector de la Cooperativa San Roque de Carchelejo. También al letrado, que ejerció como acusación popular en representación de la empresa aceitera. “Si hubiéramos hablado y me hubieran dado mis derechos, no habría muerto Mateo ni habría juicio ni nada”, insistió en su declaración.

El acusado dice que se enfrentó a un expediente de expulsión de la cooperativa —hubo más socios— por llevar la aceituna a otra aceitera, lo que, según los estatutos, conlleva la salida de la sociedad. Se defendió diciendo que no es el único que lo hace, pero que decidieron echarlo a él. En cambio, narró cómo intentaba reunirse con la junta rectora o con el presidente para que le dieran su parte de la empresa. Argumentó que su padre fue uno de los fundadores y estimó que tiene en torno al 6% del capital social. “Iba a hablar y solo estaba la trabajadora administrativa. No me hacían ni caso, me trataban como un perro callejero y no me daban mi dinero”, insistió. Los abogados le preguntaron por qué no inició un procedimiento judicial para reclamar su parte. “Hablé con un abogado y quería 6.000 euros. Yo no tenía dinero para pagarle”, respondió.

Alfonsete volvió a cargar contra el presidente de la Cooperativa San Roque de Carchelejo: “Me tenía ciego. Veía que me trataba con chulería y fui a darle un susto. Nada más. En el pueblo, la gente dejó de hablarme. Me hacían el vacío. No me trataban bien. Eran como una secta que no paraban de rechazarme”, explicó al tribunal. Asimismo, el acusado dijo que sintió rabia cuando lo vio en el bar y que, por eso, fue a darle un susto. “Cuando le disparé, no me pude quedar allí. Por eso, me monté en el coche y me fui del pueblo. Su cuñado se tiró para mí y me arrancó todos los botones de la camisa. Si no escapo, me hubieran matado”, cuenta.

Alfonsete condujo su Toyota Pick-up por la A-44 en dirección Bailén hasta que fue detenido por la Guardia Civil de Tráfico en el kilómetro 45. “Me pillaron por los chivateos que existen ahora con los teléfonos móviles. Yo no soy una persona mala ni tengo conciencia de hacer cosas malas, pero en el pueblo no me podía quedar. Hacía cuatro días, había estado en la Guardia Civil de Jaén para pasar la revisión de las armas. Entonces, decidí ir allí para entregarme y que hicieran conmigo lo que debieran. En cambio, por los chivateos de los móviles, me cogieron antes y no me dio tiempo”, indicó. Ayer, en realidad, solo se escuchó la versión del acusado. En cambio, a partir de hoy, por la Audiencia Provincial de Jaén desfilarán todos los testigos del caso.

Un jurado popular de 7 hombres y 2 mujeres

El juicio por el crimen de Carchelejo lo dictaminará un jurado popular. Está compuesto por siete hombres y dos mujeres, que escucharon ayer la declaración del acusado. La presidenta del tribunal, María Esperanza Pérez Espino, les explicó que para emitir un veredicto no necesitan tener conocimientos de derecho, sino contar con sentido común, de la vida y de la Justicia. Además, les explicó las claves básicas para desarrollar su labor. El jurado está en la sala de vistas y puede ser visto por el público, aunque cuenta con protección. Por ejemplo, no puede ser fotografiado. Tanto la fiscal como las diferentes acusaciones les dijeron que coinciden en que son dos asesinatos. En cambio, la defensa les pidió que traten el caso por separado y que tengan en cuenta que son dos juicios en uno respecto a la víctima mortal y al herido grave.